Se abre el ascensor y le gritan “¡Topacio!”.
Grecia Colmenares sale del elevador sonriente. Poco le importa que no la llamen por su nombre: ya está acostumbrada a perder su identidad dentro y fuera de los escenarios.
La llaman Blanquita, Rosalinda, Azucena, María, Milagros, como algunos de los personajes a los que les ha dado vida en televisión, mundo en el que comenzó con Carolina en 1976.
“¿Nos podemos tomar una foto?”, le pregunta una fanática emocionada. “Claro, chica”, le contesta la actriz mientras se aplica un poco de base en el rostro. Cuando encuentran el ángulo indicado, ídolo y fan se retratan. Luego del flash viene un abrazo de despedida.
La estrella sigue caminando ante la mirada de los curiosos. Finalmente llega al salón de Venevisión en el que transcurre la entrevista, donde la esperan algunos empleados del canal.
Se sienta y las piedritas brillantes que lleva adheridas en su hombro llaman la atención. “¿Te gustan? Son una coquetería mía”. Se termina de acicalar y el grabador se enciende.
“Todas las telenovelas tratan la historia de la Cenicienta”, expresa convencida quien vuelve al país para calzarse las zapatillas de la plebeya convertida en princesa en la obra teatral Cenicienta Mía, un musical infantil que presentará su última función el domingo en el Teatro Municipal de Valencia.
“La edad no es limitante cuando se trabaja con niños”, dice a los 53 años de edad quien encarna a la popular princesa. “A menos que seas amargado, niños y adultos tienen el mismo espíritu. En la obra cantamos, bailamos, reflexionamos, no se toma a los niños como tontos. La trama tiene giros interesantes que no quiero adelantar. Estamos tratando de traerla a Caracas”.
El Teatro Teresa Carreño parece ser su objetivo. En una foto que publicó en sus redes sociales se le puede ver sobre el escenario de la Sala Ríos Reyna con los brazos abiertos, su nuevo sello personal. La imagen iba acompañada de un mensaje: “Hay que desear con el corazón”.
Hace tres años que no venía a Venezuela. Aunque el país no es el mismo, el cariño sigue intacto. “Me doy cuenta de que cuando la gente te quiere de verdad, nunca se olvida de ti. Jovencitos de 15 años me saludan por las redes sociales. ‘Hola Topacio’, me dicen”, señala y se ríe.
Es hiperactiva, contesta las preguntas antes de que terminen de formulárselas. Revive sus historias como la niña que se reencuentra con su familia luego de unas largas vacaciones. Alguien interrumpe la entrevista, es otra fanática.
—Hola, Grecia. ¿Te acuerdas de mí, de la calle El Morao de El Cafetal?
—Claro chica, con razón tu cara me sonaba. ¿Me viste en Portada’s? ¿Te reíste?
—Y también solté una que otra lagrimita. ¡Qué nostalgia!
Al perder el hilo de la conversación, la actriz lo retoma con una confesión: “Antes de venir me estaba comiendo una arepa de queso con jamón. Yo soy flaca porque hago deportes, no porque dejo de comer. Las tajadas fritas me encantan, no puedo vivir sin el plátano. ¿A ti te gustan las tajadas? (le pregunta al fotógrafo). ¿Verdad que son lo máximo?”.
El bisturí jamás ha tocado su cuidado cuerpo, revela. “Soy toda natural, una de las pocas personas que puede decir que no se ha hecho nada. Yo lo quemo todo en el gimnasio, como chocolate y pasta, lo que no como es hamburguesa”.
—¿Y cuantos litros de agua bebe al día?
—(risas) Mira, Pipo (su asistente), él me está preguntando cuántos litros de agua bebo al día (continúan las risas). Cargo las botellas en el carro, en la mesa, en la obra las escondo en el escenario.
Mantenerse hidratada siempre ha sido importante y más cuando en sus escenas de llanto llora de verdad. “Por eso no suelto lágrima en la vida real. Soy una mujer feliz y agradecida”.
Ese optimismo no lo quebranta la situación de Venezuela. “Yo no soy de ningún partido político. Soy venezolana. La situación no está bien en ningún lado. Argentina está pasando por un momento muy fuerte, hay lugares donde hay atentados. Uno tiene que trabajar desde los sentimientos positivos. Las cosas negativas hacen que un país se paralice”.
Dice que la risa es un buen analgésico para estos momentos. “Les recomiendo que vean Enredadas… pero felices con Julia Roberts. No es el papel de su vida, pero si me pongo criticona no disfruto la película. Hay que divertirse”.
Así de instintiva es hasta para enamorarse. “Estoy buscando a mi príncipe azul. Yo lo tengo que mirar y enamorarme, así, a primera vista. Si no es muy difícil que luego me guste”.
La soltería es un momento de descubrimiento personal para la artista. “Soy feliz y no tengo prisa; el hombre que llegue, va a llegar. Si tú sabes estar solo, no te vas a ir con cualquier persona solo para matar el aburrimiento. La gente te presiona: ¿cuándo te vas a casar?, ¿y cuándo vas a tener el muchacho? Y si te divorcias: ¿y cuándo vas a buscar otro novio? No tengo novio. Solo tengo conquistas que me llaman, me escriben o me invitan a salir”.
Por el salón en el que transcurre la entrevista pasa un directivo del canal. La popular Topacio lo saluda y se despierta la curiosidad entre los presentes.
—¿Volverá a la televisión venezolana?
—Estoy dispuesta a hacerlo.
Así, sin decir más y con una sonrisa cómplice, se despide.
25 DE AGOSTO 2016 – 12:01 AM
EL NACIONAL